Reflexiones

Mundos cúbicos

Difícil fue dormir esta noche pensando en un mundo de seres cúbicos limitados por sus lateralidades.

Como si tuviesen que acomodarse en el universo bajo las leyes de aquellos juegos de encastre que jugábamos cuando teníamos que entender el espacio, cada uno de estos cubos imaginarios fueron quedando en mi mente perfectamente atrapado en un único, reducido y obligado orden demarcado por sus congéneres cúbicos.

Una visión aérea del conjunto podía sugerir desde la imagen de superficie plana, la perfección de lo llano, de lo estable, de lo quieto. Pero como una jaula virtualmente estructurada, los límites laterales de ese mundo cúbico, sin embargo, atrapan en su perfección, en un espacio viciado de encierro y de quietud donde lo diferente se vuelve notorio y resulta señalado por su imperfección. De pronto hay ahogo; los muros desconectan de otras realidades para convertirse en pequeños continentes controlados por la ignorante densidad de un cubo. Seres diferentes molestan al liso perfil de lo estable, impidiendo el paso a realidades circulantes.

Mi mente empieza a proyectar.

Aceptar lo redondo es orbitar alrededor de la luz, girar en un eje, moverse y abrirse al dolor iraquí, a la paciente venganza musulmana, a la estereotipada tradición europea, a la potencialidad de una América virgen, a la comprensión de otras épocas, de las pasadas y de las que vendrán. Es el huevo de Colón.

Elegir lo llano y perfecto es asegurar desde moldes limitados y limitantes, cubismos inmovilizantes e inmovilizadores apropiados para una cierta ansiedad de control. Salirse de las formas, en cambio, es convertirse en esfera; en ego que se permite girar sobre un eje aún rodeado de la contención de prisiones cúbicas. Es limar ángulos liberadores de un  movimiento interno que alinea al planeta.

Quizás ir por más y  jugar amorfismos elásticos y penetrantes, fluyentes. Cuerpos flexibles, mentes flexibles que van abriendo caminos a través de las paredes estructuradas de un cubismo inaccesible, con trayectos imaginarios, planos y cúbicos, lineales y rectos, que unen Hoyo-Bariloche, Buenos Aires-Madrid, Islandia-Haití, en imágenes satelitales bidimensionales que no acercan ni separan el dolor, la contradicción, las vanalidades, los egos, ni los fundamentos de la vida.

Objetivamente, cada localidad supone el espacio geopolítico en el cual se distribuyen las herramientas productivas de quienes quieren construir una vida para sí. Lo demás son líneas, distancias, mojones; diferencias que acorralan en conceptos referenciales y estructurados, creando separatividad. Lo propio y lo ajeno nos vuelve más cúbicos, aún frente al horizonte de un mundo circular.

Y ahí nuevamente estamos nosotros renaciendo, capaces de flexibilidad, recordando que un bebé no llora en inglés, en francés o en castellano; ni deja caer sobre sus mejillas lágrimas blancas, rojas, amarillas o negras, respetando las leyes de Alá, Dios, Jehová o Buda. En su idioma universal, el bebé no se asume formoseño, español, radical o peronista, jovial o aburrido, vago o estudioso; ni mira la cuna de al lado para ver si el otro tomó una mamadera más que él; solo dice estoy aquí, y con mi llanto les aviso que soy y necesito cuidado y cariño. Es uno con el mundo y demanda a un mundo sin nombres por lo que necesita. Después descubre lo ajeno, se encasilla, encuentra su hueco y si lo acepta, se volverá cúbico para volverse inmóvil e impedir que otros se muevan.

Ojalá que no. Ojalá que sea la sabiduría de ese hombre nacido para moldearse en formas adaptables, la que permita encontrar esta larga noche, el mar ondeante que rompe en olas y cuyas aguas alimentan el árbol que descansa en la playa, el fuego que surge del leño, la ceniza que enriquece el suelo, la tierra que se arremolina entre las olas del mar; todos ellos presentes en un ciclo circular y natural, que expresa la virtud de quien está más allá de una forma, de una definición, de una circunstancia, de una intención, de un rol o un destino, sin impedirse ni impedir por propia aceptación del cubismo el desarrollo de los demás.

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