Direccionada y articulada por las distintas ASEET (Asociaciones de Ejecutivas de Empresas de Turismo) Norpatagónicas argentino-chilenas, la gobernanza entre ambos países en términos turísticos, se viene encaminando con la solidez que le da la continuidad en el tiempo y las dificultades propias de una construcción mixta.
Ciertamente desde la convergencia de los procesos de globalización del mundo y el desarrollo y crecimiento de la comunicación en red, el concepto de gobernanza fue adquiriendo cada vez más relevancia como nuevo modo de gestionar políticas, con base en la colaboración, el consenso y la participación de una multiplicidad de actores públicos y privados, que sin importar su tamaño o poder, buscan mejorar resultados y rendimientos en el orden público, bajo la formulación y aplicación de principios que guían estas interacciones y controlan a su vez, las gestiones que los enmarcan; un sistema que suma diversidad, dinamismo y complejidad.
Sin embargo, como descendiente de los procesos de reforma del Estado en América Latina, iniciados en los años ochenta, con la privatización de servicios públicos, la descentralización y la delegación de responsabilidades de gestión pública a espacios privados, locales o regionales, las gobernanzas dejan al descubierto la pérdida del carácter “autosuficiente” de los estados que no terminan de consolidar su imagen de eficacia, eficiencia, transparencia e igualdad democrática frente a sociedades cada vez más críticas y participativas.
El ritmo adoptado por las comunidades regionales y globales, beneficiadas por la comunicación en red, generó una distorsión en los tiempos gubernamentales con sus lentas burocracias respecto de las rápidamente cambiantes necesidades de crecimiento de las localidades y sus reclamos.
Partícipe de la heterarquía -interdependencia y coordinación negociada entre instituciones e individuos- la gobernanza como sistema, se separa de la regulación jerárquica de una única autoridad y de una economía regida por el mercado, para asumir un sistema de mayor consenso e igualdad, basado en una lógica que reproduzca los valores y modelos intrínsecos de una sociedad civil en ejercicio de su capacidad de decisión estratégica.
Así, la norpatagonia busca trasladar el actual modelo binacional a una regionalización con poder semiautónomo desde donde definir el sentido que habrá de darse a la construcción de oportunidades para el desarrollo de un territorio integrado.
En ello, el rol de las mujeres de turismo –iniciadoras y promotoras de este diseño de interacción e integración- resulta fundamental, ya que proporciona no sólo una nueva perspectiva a la complejidad del proceso de toma de decisiones apoyadas en un formato de consenso y pluralidad de los actores involucrados, sino también la nutrición de temáticas con una visión más integradora vinculada a la Agenda 2030, como el turismo inclusivo, género, la no explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes (ESCNNA), etc.
Sin embargo, una vez convocados todos los sectores civiles, también sería indispensable que los gobiernos y sus instituciones adquieran una más fuerte presencia en la meta-gobernanza, fortaleciendo sus capacidades estratégicas para alcanzar objetivos colectivos, movilizando recursos coherentes a su carácter representativo frente al poder de consenso de sus socios no gubernamentales. Por eso, hoy la discusión en el mundo se centra en la sustitución del modelo jerárquico-burocrático por la nueva gerencia pública, un camino donde los gobiernos pudieran incrementar su propia eficiencia y eficacia, fortaleciendo las herramientas de participación y decisión del sector privado y la sociedad civil en términos de construir una representatividad más clara.
En el marco de la integración argentino-chilena, leélo también en Diario Binacional
