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Viajar con conciencia

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Foto: Ahmand Ardity (Pixabay)

¿Con o sin pasaporte sanitario?

Es conocido que la actividad turística ha sido una de las más afectadas por la pandemia COVID-19, suspendiendo la prestación de los servicios en todo el mundo al cerrarse las fronteras de los países, provincias y ciudades, y definiendo la no circulación de personas.

Han pasado más de cinco meses desde que se inició esta crisis internacional y aún no está claro cuándo terminará, ni cómo será el mundo después de COVID-19, especialmente relacionados a los efectos de segundo y de tercer orden, si consideramos el impacto económico y psicológico de las medidas de distanciamiento y confinamiento social. Así, nos encontramos con uno de los grandes desafíos de la educación, en muchos casos, no alcanzados; adquirir el desarrollo del pensamiento crítico, una “habilidad del siglo XXI” que nos lleva a encontrarnos ante el dilema de cómo superar esta situación, ya que no contamos con “la respuesta” dada por quien consideramos “autoridad”, ni con la suficiente preparación de ésta para manejar la situación que atravesamos.

La pandemia COVID-19 comenzó con información confusa que disparó todo tipo de conjeturas, tornando difícil sostener medidas de contención, provocadas por el alto grado de incertidumbre y como resultado de la ausencia de evidencia que nos libera al alto riesgo. Debemos ser escépticos de las recomendaciones como resultado del análisis de esta situación, que sean demasiado simplificadas. Si lo pensamos desde el interés de viajar, de hacer turismo, es importante conocer los protocolos y limitaciones de movimiento que cada ciudad, provincia o país define, así como buscar siempre la información brindada desde sitios oficiales, garantizando la veracidad de la misma y su actualización permanente.

Los destinos turísticos vienen trabajando en la elaboración e implementación de buenas prácticas, protocolos para la prestación de los servicios turísticos (líneas aéreas, alojamientos, gastronomía, servicios de transporte, excursiones, museos, etc.), mientras la OMT considera importante revisar periódicamente las restricciones y protocolos de viajes, utilizando la información disponible que generan las autoridades sanitarias internacionales para garantizar que sean proporcionales a la evolución y los riesgos de la enfermedad en los ámbitos locales. Otra recomendación es mejorar el uso de la tecnología para viajes más seguros, sin interrupciones ni contactos, con empleo de tarjetas de embarque electrónicas, check in digital, etc.

Pero la implementación de un Pasaporte Sanitario o Pasaporte de Salud, el cual deberá ser presentado por los viajeros ante la autoridad de los aeropuertos o terminales al momento del embarque o al ingresar en otra jurisdicción es indispensable para el destino receptivo y también para el turista.
De acuerdo con la explicación de la lic. Natalia Bayona, líder en innovación y transformación digital de la OMT, el mismo no se consideraría un pasaporte de inmunidad, ya que esto sólo lo podría brindar el uso de una vacuna homologada.

La propuesta de trabajo apunta a la puesta en funcionamiento de una aplicación en la que los usuarios son dueños de sus datos y utilizando la misma como pasaporte de salud. Quien planee viajar realizará un examen en un laboratorio que le extenderá un certificado de salud. Luego, notificará esa información a la red digital que podrá subir a una plataforma con tecnología “blockchain”, un registro único, consensuado y distribuido en varios nodos de una red.

Dicha información se sincroniza con la aerolínea para que habilite la emisión del ticket y registre en un chequeo rápido la condición del pasajero, antes de abordar el vuelo. También la toma de temperatura al ingresar a lugares cerrados.

Invitados a participar de un webinar, coordinado por Mariela Giezes desde la Agencia de Viajes Torremolinos y a cargo de la Dra. Cinthia Rosenblit del CEMLA (Centro de Evaluaciones Psicofísicas), destinado a explicar medidas de prevención y protocolos ante el COVID-19, se indicó que el uso del pasaporte sanitario se va imponiendo. Rosenblit resaltó que es clave considerar que los protocolos sanitarios son dinámicos, modificándose en cada país o región por los rebrotes que generan permanentemente nuevos mapas de contagios.

La implementación del pasaporte de salud que aún se encuentra en discusión, nos lleva a una nueva conciencia en el modo de viajar que comenzará en lo previo con la información de todas las restricciones, protocolos del lugar de destino y medios de transporte y servicios a contratar. También, dos días antes de viajar, la realización del test clínico e hisopado, evitando luego, cualquier actividad que vulnere el estado de salud a ese momento.
En lo técnico, se recomienda el uso del TR-PCR (hisopado naso y oro faríngeo, una técnica que detecta presencia del virus con resultados a las 48hs) y Test rápido IGG con muestra de sangre (técnica que mide anticuerpos con resultados que van de 15 minutos a 72 hs).

Mientras tanto, la mejor práctica individual para garantizarnos un buen estado de salud es mantener el distanciamiento social de dos metros, respetando los protocolos de cada país, localidad o servicio contratado, a sabiendas de que los mismos son dinámicos y que, por lo tanto, es necesario mantenerse actualizado en la información. En lugares cerrados donde se permanecerá más de 15 minutos (terminales, cabinas de aviones, transporte, etc.), será obligatorio emplear barbijo N95 y máscara facial protectora y siempre que no se pueda lavar las manos con agua y jabón, utilizar alcohol al 70%.

Y siempre tener en cuenta que “si mantiene la distancia social ganará millas de vida…”

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