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Una vivencia enoturística en el valle inferior del río Negro

Los caminos del vino patagónico. Vivencia Uno.

Desde el puerto náutico de la ciudad de Viedma, nos embarcamos dispuestos a remontar el río Negro, en una travesía programada para llegar hasta las inmediaciones del paraje San Javier, a 30 km al oeste. Inmediatamente, al abandonar la zona urbana, surgen pequeñas islas que se forman por el arrastre aluvional que se va sedimentando a medida que la corriente fluvial pierde su fuerza; es que va chocando contra la fluctuante marea que se provoca en la desembocadura, distante 35 km al este.

En la navegación vamos reconociendo varias propiedades productivas instaladas en ambas riberas, en las que se hace notable la prolija y permanente intervención del hombre en las labores de la tierra. El aspecto añoso de las plantaciones nos remite a los tiempos de los pioneros de principios del 1900, quienes han sido los precursores indiscutibles de la actividad viñatera en la región noreste de la Patagonia.
Bien diferenciada de otras zonas productoras del país -últimamente llamadas “nuevas regiones del vino argentino”- la región se destaca por ser uno de los pocos terruños seculares, dedicados a la elaboración de la más noble de las bebidas.

En el trayecto navegable se hace inevitable divisar una abundante fauna autóctona.
Apropiada de su reino en el hábitat de lo salvaje, y siempre acompañados por una sensación de paz indescriptible, asombrosa y relajada, la vida silvestre se mueve en el concierto de los silencios de la naturaleza.

El Valle de Viedma posee características agroecológicas diferenciales para el cultivo de la vid, destacando la influencia marino-continental que le otorga las propiedades distintivas respecto de las otras regiones productoras dominadas por clima continental. La ubicación en latitud 42° sur, presenta un régimen térmico moderado con otoños suaves y prolongados que le posibilitan alcanzar una excelente madurez a las viñas. El clima es muy propicio, con días calurosos donde el viento seco y caliente aporta una brisa muy adecuada para la salud de las plantaciones, contrastando por el ingreso de la bruma marina nocturna. Ambas condiciones se conjugan para que la naturaleza de la región permita una interesante variación de los procesos exógenos del ciclo de las vides costeras del noreste patagónico.  Simultáneamente, el río Negro a lo largo de sus 638 km, recorre diversas zonas entre las que se alternan áreas productivas de todo tipo, donde se desarrollan viñas que logran una amplitud de variedades de cepas de calidad para la producción de excelentes vinos.  En su tramo final, este serpenteante río, previo a la desembocadura al mar, realiza su aporte hídrico para el riego a través de canales creados por el Instituto para el Desarrollo del Valle Inferior, «IDeVi».

En la desembocadura del río Negro se forma un estuario donde además se reúne una singular cantidad de especies de aves, peces y mamíferos marinos

Vitivinicultura orgánica

Las  bodegas que se encuentran situadas en el Valle Inferior, disponen de un entorno ideal donde se disfruta del ámbito natural que facilita la producción regional de vinos.  En esta zona, los productores son cultores de la filosofía del cuidado del medio ambiente y lo aplican en la producción regional sustentable de cada uno de sus establecimientos. Esto queda manifiesto principalmente en el trato que le brindan al suelo como un elemento vivo, haciendo que las prácticas agrícolas no interfieran en los procesos bióticos naturales, prescindiendo de los químicos para el control de malezas y dándole paso a la materia orgánica propia de esta tierra patagónica. Estas particularidades, junto a las condiciones originales reinantes, logran en los viñedos esa excelente acidez natural que permite que los vinos producidos tengan un gran potencial de guarda.  Una vez que llegan a la bodega son fermentados en barricas de roble francés, para más tarde encontrar una crianza en barricas de roble americano. El resultado final es un producto que ofrece en su sabor las propiedades de elegancia, suavidad y vivacidad distintiva que harán el deleite de los consumidores.

La producción de vino en esta zona es de alta calidad, con variedades de uva Malbec, Sauvignon Blanc, Ugni Blanc, Moscatel, Semillón y Colombar. Son todas cepas que se adaptan muy bien a las condiciones climáticas de esta región con fuerte influencia marítima.

Otra de las situaciones que podemos reconocer es que a lo largo del tiempo y mientras los sucesos del mundo y del país vieron declinar la producción viñatera, estas plantaciones hace casi dos décadas, volvieron a tomar relevancia gracias al esfuerzo emprendedor que permitió el resurgimiento desde principios del siglo XXI, de los vinos de las bodegas del Valle Inferior de Río Negro. 

Un enfoque enoturístico para el noroeste de la “Patagonia Atlántica”

La producción de vino tiene extraordinarios puentes con la experiencia del turismo, principalmente porque logra conectar a las personas con lo más intimo de su ser, invitándolas al diálogo, a la anécdota, al compartir y al descubrir cosas juntas. En esta simbiosis, “los caminos o rutas del vino” integran a las bodegas rionegrinas y las definen como espacios multitemáticos donde el eje estructurante es el vino y todo cuanto lo abraza, le otorga la identidad de esta región de la Patagonia. Entonces es el momento del protagonismo que aporta primordialmente la naturaleza, para contextualizarla, recrea las oportunidades del turismo del vino, definiendo un segmento que crece con fuerza y que genera mayormente turismo interior, impulsando además las múltiples tareas relacionadas con la cadena de valor vitivinícola y a su vez, con muchas otras actividades turísticas conexas en sentido amplio.  

Es así, como el esfuerzo que se realiza a partir de cada uno de los sectores toma sentido cuando se encamina desde el conjunto de los actores y de los destinos que componen “los caminos o rutas del vino”. Aquí la identidad regional complace ese origen distintivo de la Patagonia Atlántica, mientras, con el tiempo alcanza esa madurez que siempre llega y juntos una vez más, logran satisfacer el sabor de los paladares más exquisitos, que se mojan en cada uno de esos momentos sublimes, e inspiran a realizar vivencias turísticas memorables.
Hoy sabemos que todo se encuentra en observación permanente, que los públicos alertas se disponen muy atentos a la detección de las mejores propuestas que intensifiquen la invitación para conocer y descubrir “esos nuevos escenarios para los nuevos visitantes” y esta zona no es la excepción, caracterizada por la singularidad de los establecimientos enoturísticos a orillas del río Negro, las aguas se hacen viñas y las manos del hombre la convierten en vino.

Los caminos del vino en Patagonia | Ministerio de Turismo y Deportes | Argentina

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