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El corredor cordillerano vuelve a recibir al turismo

Río Negro cumple la primera semana de reapertura del turismo con un anuncio: la extensión hasta el 9 de noviembre de lo que hasta el momento ha sido una austera experiencia piloto que tomó por centro receptivo a la ciudad de San Carlos de Bariloche y como centro emisor a la región del Alto Valle, integrando un movimiento intraprovincial que atraviesa rutas únicas de circulación, habilitadas de 8 a 20; las provinciales, 6 y 8 y la Ruta Nacional 23.

Como consecuencia de los resultados logrados durante estos primeros siete días de experiencia con la llegada bastante menor del límite de los 500 turistas esperados, la ministra de Turismo, Cultura y Deporte, Martha Vélez, se atrevió a avanzar sobre los resultados positivos que surgieron del diagnóstico del Comité de Observación, y decidió la ampliación de las salidas recreativas durante el día, en todo el corredor cordillerano que incluirá a partir de ahora a las localidades de Dina Huapi y El Bolsón, con la excepción del testeo COVID a menores de 16 años.

Residentes de las tres localidades andinas podrán también trasladarse en el interior de la región, sin la exigencia de un testeo, ni seguro con cobertura específica, mientras que los turistas mayores de 16 años, tendrán disponible los testeos en el puesto sanitario de El Cuy y en el ingreso a Bariloche.

Más al sur, la apertura del Parque Nacional Los Glaciares también fue informada con una modalidad limitada a no más de 50 vehículos para el ingreso al Corredor Mitre-Moreno, en el horario de 10 a 13 hs para el ingreso y de 16 horas para la salida de todos los visitantes.

Expectativas e incertidumbre quedan reservadas ahora a la temporada estival y a los muchos interrogantes que siguen resonando en el ambiente turístico respecto de su supervivencia.

Corridos de la posibilidad de la Ley de Emergencia Turística tan reclamada por el sector, el programa PreViaje se convirtió en centro de todas las expectativas de una reactivación que hoy se ve lejana.

El gobierno y todos cuanto sugirieron que se trataba del “mayor estímulo que recibió la industria en toda su historia”, se chocaron con la realidad. A días de la puesta en marcha de la preventa turística, un informe señala que las operaciones no alcanzan al 10% de lo proyectado y que todas las monedas puestas a la orden de la reactivación no están dando dividendos.

La Ley de Emergencia Turística que le habría dado oxígeno a empresarios y trabajadores para sostenerse a lo largo de estos siete meses de una actividad que permaneció prohibida necesariamente por la pandemia, ha sido desoída en el seno del propio Congreso Nacional. Las ayudas económicas dispuestas mostraron ser “comida para hoy, hambre para mañana” y empiezan a desaparecer como expectativa de futuro para el trabajador y para sus fuentes laborales. El IFE no llega al sector, el ATP sólo ayuda al empleado mientras el empleador continúa gastando sus ahorros sin recupero y el APTUR estuvo tan señalado por las  limitaciones que no llegó a casi nadie. Las ayudas sirvieron en parte, pero no alcanzaron y más del 20 % de las agencias de turismo decidieron sus cierres definitivos en lo que va de la pandemia.

El interés por viajar produjo un flujo importante de consultas que no se tradujeron hasta el momento en ventas, y los desmanejos y desprolijidades de la economía, hacen que el consumidor y quien oferta no sienta el paraguas de resguardo que requiere la decisión privada para una pre-compra.

Argentina hoy está abriendo el tránsito aéreo con países limítrofes cuando todavía no levantó las barreras internas entre provincias, no hay protocolos sanitarios unificados, los vuelos no alcanzan a cubrir a todos los destinos, no existen competencias internas “low cost” y en el centro receptivo de la actividad aerocomercial opera sólo un aeropuerto.

Se anuncia la temporada de verano sin saber qué establecimientos y qué servicios contratados permanecerán abiertos a la fecha del viaje, si va a existir seguridad alguna respecto al sostenimiento de una conectividad interna rubricada por los gobiernos provinciales y nacional en su conjunto, si se le va a dar al turista una seguridad jurídica en las contrataciones, si la apertura va a mantenerse en el tiempo o va a depender de DNUs tomados bajo la inestabilidad del sistema de salud y la imprevisibilidad de una orgánica planificación nacional.

El entusiasmo por viajar queda reducido por la intención de un pago que arrastra la falta de confianza en las devoluciones del gobierno dado los cambios posibles en sus políticas contradictorias, en la incertidumbre sobre la salida de los vuelos y las decisiones provinciales de mantener abiertas las provincias, las crisis de los prestadores de servicio en el destino que pueden llegar a presentar quiebras y las medidas sanitarias que no se estabilizan, con costos que el viajante todavía no sabe que tiene que enfrentar. ¿Se pedirán seguros especiales, hisopados, pasaportes sanitarios?

Al riesgo de pagar un viaje que los turistas no saben si le van a dejar hacer, se suma el proveedor de servicios que difícilmente en el contexto económico del país pueda fijar hoy un precio futuro sin pensar en devaluaciones.

Si a esto le sumamos que estamos en el peor momento de la pandemia y el mundo no sólo lo sabe, sino que ve en Argentina un destino poco confiable tras los indicadores nacionales de salud pública que fueron desestimados días atrás por el sitio Our World in Data, de la Universidad de Oxford que advirtió que los datos del gobierno podrían no reflejar “correctamente el alcance de los testeos”, la reactivación esperada tras siete meses de prohibiciones a la actividad sería un sueño imposible de concretar.

La inscripción de más de 10 mil prestadores al programa representa sólo una cuarta parte de los rubros y empresas habilitadas para trabajar y la facturación acumulada hasta el momento es de 250 millones de pesos sobre un objetivo de ventas de 30.000 millones. Será por esta falta de éxito que el gobierno también plantea analizar una extensión de PreViaje al turismo limítrofe.

Frente a este panorama, el sector pide que se prorrogue por 30 días la posibilidad de vender servicios turísticos para enero y febrero, campañas de promoción abarcativas y masivas de toda la oferta nacional, el retorno de los vuelos Low Cost y la apertura del aeropuerto de El Palomar, pero por sobre todo que se empiece a hablar de un turismo con pandemia, desechando el concepto de una post-pandemia que puede llegar con retraso.

Requisitos para quienes quieren viajar a Bariloche y la región

– Ser residentes del Alto Valle de Río Negro: Allen, Campo Grande, Catriel, Cervantes, Chichinales, Cinco Saltos, Cipolletti, Contralmirante Cordero y Barda del Medio, Fernández Oro, General Godoy, General Roca, Ingeniero Huergo, Mainqué y Villa Regina.

– Certificado médico que acredite que no se encuentra comprendido en los grupos de riesgo.

– Comprobante de seguro de asistencia al viajero con cobertura de COVID-19 (Podés tramitarlo en agencias de viajes y/o aseguradoras).

– Descargar la aplicación “Circulación Río Negro” desde la App Store (iOS) o Google Play (Android).

– Completar en la APP los datos personales y/o del grupo del viaje; el motivo del viaje (Turismo); el lugar de procedencia y el destino (San Carlos de Bariloche)

– 24 horas antes de viajar, completar en la APP la declaración jurada donde conste que no presenta síntomas compatibles con COVID-19

– Comprobante de reserva y contratación de alojamiento en alguno de los establecimientos registrados y publicados en www.barilocheturismo.gob.ar

– Test COVID negativo 24 horas antes de ingresar al destino (Test a cargo del Gobierno en el puesto caminero de El Cuy). Excluidos los menores de 16 años.

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