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Ruta 40: la arteria que da sangre a la Patagonia Argentina

Detrás de cada una de las postales turísticas, hay sociedades y economías que debemos cuidar y que requieren una fuerte y necesaria incidencia de los estados en la preservación y sostenibilidad medioambiental.

La trimembración del hombre como individuo, se reproduce también en los sistemas locales. Un cuerpo espiritual, un territorio disponible para la construcción creativa del hombre, un cuerpo mental que gobierna y coordina estratégicamente acciones y relaciones para el bien común y un  cuerpo físico representado por una infraestructura de servicios u órganos funcionales conectados por rutas y obras viales que llevan sangre y vitalidad a las poblaciones.

Todos esos cuerpos se ven claramente reflejados en la Ruta 40.

Quien recorre los casi 2700 kilómetros que atraviesan la Patagonia Argentina, seguramente entienda claramente este sistema vital que alimenta tanto la visión mítica como la cotidiana que de la región tiene el viajante del mundo que la recorre así como el poblador. Una savia sobre la cual el hombre supo construir sus realidades buscando preservar e interactuar con su identidad natural, pero que necesita conexión adecuada.   

Desde el kilómetro 0 ubicado en el extremo más austral del continente en Cabo Vírgenes, provincia de Santa Cruz, hasta el norte de Neuquén, la Ruta 40, fundada en 1935, sigue atravesando el país de sur a norte, y permanece fielmente abrazada por la Cordillera de los Andes en su recorrido hasta la Quiaca en Jujuy.

En el sur argentino, atraviesa cuatro provincias, ofreciendo al paso, una geografía de montañas, lagos, ríos, glaciares, cerros que encierran un paisaje único y varios Patrimonios declarados de la Humanidad que requieren ser protegidos de la masividad del turismo y de la inquietud de progreso del habitante.

Hoy tutelada por el reclamo de distintas asociaciones civiles, que exigen a sus autoridades locales “el cumplimiento de las obligaciones de las concesiones de empresas de servicios públicos encargadas del mantenimiento”, la ruta parece necesitar la mirada y el compromiso de los gobiernos, no sólo para la protección de los bienes naturales que la acompañan en su trazado, sino también para la sostenibilidad económica y ambiental de las localidades que la atraviesan. Estos últimos años, las poblaciones que la circundan sufrieron el avasallamiento de incendios provocados, tomas de tierras que dañaron entornos importantes de propiedad comunal, obras viales que llevan años y años de promesas en ejecución nunca avanzadas  y accidentes y dificultades relativas al descuido en la conservación de las condiciones en su traza.

“Una ruta trascendental para las localidades, su conectividad y desarrollo” dice el comunicado emitido por la Cámara de Turismo de El Bolsón, en conjunto con la Cámara de Comercio y Turismo de Lago Puelo, GESTUR, ASEET Corredor de los Andes, Cámara de Turismo de El Hoyo, Asociación de Bomberos Voluntarios de El Hoyo y de Lago Puelo que reconoce también el rol de un ciudadano y vecino obligados legalmente “a las podas y desmalezamiento”, bajo el derecho además,  de descansar sobre los hombros de un servicio de “inspecciones oportunas” que mejoren “el estado del trazado vertebral” de una ruta simbólica que no sólo tiene uso turístico, sino también la carga del transitar diario de camiones, pobladores, transportes de corta y larga distancia, etc.

A las necesidades del cuerpo se anexan las razones. Desde el norte de la provincia de Neuquén, Buta Ranquil y Barrancas, muestra sus praderas entregadas al paisaje de la ganadería ovina, mientras que la antigua capital de la provincia, Chos Malal, se abre camino hacia Las Lajas y a Zapala, para imponer el acceso a los centros invernales de Primeros Pinos o Batea Mahuida tomando la Ruta Nacional Nº 22 o a la Ruta Provincial Nº 234, para ingresar al interior del Parque Nacional Lanín.

Allí, las localidades de Junín y San Martín de los Andes, son el preámbulo de otra imagen bien patagónica, el lago Nahuel Huapi y la posibilidad de arribar a tres destinos que se reflejan en sus orillas, todos incluidos en el corazón del Parque Nacional Nahuel Huapi. Villa La Angostura -puerta de entrada al Parque Nacional Los Arrayanes– y Dina Huapi y San Carlos de Bariloche, ambos patrimonios de la provincia de Río Negro. A pocos kilómetros de este ingreso, el Centro Invernal más desarrollado de Sudamérica, Cerro Catedral. Tras atravesar el límite provincial, también el acceso a la mesetaria Línea Sur, un camino de ripio que sabe de los vientos y las soledades sureñas, conectando a la cordillera con el mar.

Más allá, El Manso con su río y El Bolsón, al pie del cerro Piltriquitrón, ofreciendo un nuevo centro de Esquí, el Perito Moreno, y el ingreso a la Comarca de los Andes, la microrregión que transita un nuevo límite provincial, a la altura del Paralelo 42 Sur, estratégicamente posicionado en el turismo de bienestar y la producción familiar.

Y así se arriba a Chubut, dueño también de los reclamos que miran hacia el desarrollo y la seguridad en la circulación hacia sus centros turísticos: El Maitén, Leleque, Lago PueloEl Hoyo, Epuyen, Trevelín y Esquel, ubicado a pocos kilómetros de otro centro de deportes invernales, La Hoya y al este del Parque Nacional Los Alerces, otro Patrimonio de la Humanidad. Pasando por cada uno de sus paisajes, como no abordar el tren turístico La Trochita, el viejo Expreso Patagónico de trocha angosta de 750 mm y las locomotoras a vapor.

Luego vendrán Tecka y Gobernador Costa, donde se termina el camino asfaltado hasta llegar a Alto Río Senguer y Río Mayo, donde se abandona una provincia para ingresar al último límite provincial a atravesar en la provincia de Santa Cruz. Perito Moreno y Los Antiguos, ubicado en la margen sur del lago Buenos Aires el Parque Nacional Perito Moreno, y el acceso al segundo de los sitios de patrimonio de la humanidad: la Cueva de las Manos, ubicada sobre el río Pinturas. Así de abundante es esta ruta que luego baja hasta El Chaltén, dentro del Parque Nacional Los Glaciares, donde hallaremos a uno de los mayores atractivos turísticos de nuestro país, y otro Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO: el Glaciar Perito Moreno, en la ciudad de El Calafate, a la cual accedemos tomando la Ruta Provincial Nº 11 desde la mítica 40.

Finalmente, las localidades fronterizas de 28 de Noviembre y Río Turbio que dan acceso al centro de deportes invernales Valdelen, y a los últimos kilómetros que separan de la ciudad de Río Gallegos, capital de la provincia, donde el tren de trocha angosta – la línea ferroviaria comercial más austral del mundo- traslada desde 1951 la producción de carbón hasta el puerto de Punta Loyola. Un punto casi final del camino que desemboca en Cabo Vírgenes, el extremo sur del continente desde donde se observa imponente el Estrecho de Magallanes y la magia de aquella historia que cambió la configuración del mundo.

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