Experiencias

La Incógnita de la Presencia de los Vikingos en Patagonia

Mito, leyenda o realidad, existen teorías de base controversial sobre el poblamiento escandinavo en el sur del continente americano a mediados del siglo XI, en tiempos precolombinos.

Ya entre 1920 y 1950, los etnógrafos Bertha Koessler-Ilg y Wily Hassler hablaban de la presencia de piedras sagradas o menhires en la cuenca Lácar que representaban oráculos usados en prácticas rituales de gran similitud con la cultura nórdica. Al igual que en la creencia europea, estas piedras comunicaban el mundo terrenal con el espiritual y permitían a quien estuviera a cargo de la ceremonia interpretar los mensajes de entidades sobrenaturales durante actos colectivos, donde los participantes se agrupaban de forma tal de generar portales.

Adjudicados a los mapuches, estos rituales evocan tradiciones vikingas, mientras antropólogos e investigadores aseguran que ninguna de las culturas indígenas del sur argentino trabajó la piedra más allá de ciertos instrumentos usados para la subsistencia, por ejemplo, las boleadoras. De hecho, en un pasado más reciente, se asegura que tehuelches y mapuches sólo solían utilizar estos menhires para levantar sus tolderías o refrescar el ganado bajo sus sombras.

Vector del cultrum mapuche que en su interior contiene pequeños likan brillanteskura (piedras vivas) que representan estrellas entregadas por Ngünechen para iluminar y empoderar a las Machi en los rituales.
Simbologías comunes que podrían definir influencias culturales

Remontándonos más al norte, caminos llenos de señales hablan de este posible trayecto de los vikingos desde el sur de Brasil hacia el territorio austral; por ejemplo, la fortaleza encontrada en una colina fortificada cerca de la frontera con Paraguay y Argentina . Escoltada por una gran roca de cuarenta metros de altura, la construcción exhibe el misterio de un concreto desconocido para la ciencia que ni el explosivo más poderoso ni el taladro neumático enviado por los nazis en tiempos de Hitler para la investigación, pudo siquiera rasguñar. La entrada inviolable se cree que podría ocultar una red de túneles subterráneos. Sin embargo, lo irrefutablemente visible en esta construcción que data del año 1250 dC, -más de 200 años antes de la llegada de Colón-, son las inscripciones rúnicas y las imágenes de drakkars que cubren las paredes, junto a la figura de un anciano barbado,cubierto con el casco ojival de Odín.  

Siguiendo hacia el sur, el descubrimiento en Tacuati, Paraguay, de un templo nórdico, permite identificar miles de inscripciones rúnicas grabadas que superan en número a las de toda Escandinavia. Figuras de animales europeos como perros shires de Irlanda, vacas normandas y caballos percherones, lleva ineludiblemente a la pregunta de si tal presencia vikinga en Sudamérica, no definiría un cambio en la historia del descubrimiento de América.

Para más dar, tribus de «indios blancos» de nombres escandinavos y míticas guerreras amazonas, completan otro marco; el de las teorías de Jacques de Mahieu. En medio de las excavaciones que dejaban al desnudo estos descubrimientos, el antropólogo franco-argentino y líder del grupo neonazi español CEDADE, terminó por afirmar que ciertos grupos indígenas en América del Sur son descendientes de los guerreros nórdicos. La Leyenda del Rey Blanco de Amambay con su «larga barba rubia» podría ser una señal de ello. “Con hombres de su raza y guerreros indios leales a él, vivía en una comunidad situada en la cresta de una montaña, poseyendo armas temibles y una inmensa riquezas en oro y plata.” De esa riqueza sólo fue posible encontrar durante las excavaciones la esquina rota de una mesa y un bastón con una cabeza de oro. Hoy el área del descubrimiento se encuentra bajo resguardo militar.

Y así, siguiendo con la lista de los indicios, se abre en Sudamérica un nuevo camino: las tumbas de Ancón, en Chile. Allí se encontraron momias incaicas sepultadas junto a sus perros pastores Bundsö, típicamente daneses que datan de tiempos anteriores a la conquista.

Sumando dudas, en Argentina, también surgieron curiosos antecedentes, como los que señala el geólogo Raymond Chaulot quien en el «Congreso de Historia Argentina del Norte y Centro», realizado en 1941 en la ciudad de Córdoba, sostuvo el posible origen vikingo/normando de los indígenas Comechingones de la región de Córdoba. Prueba de ello son las pinturas rupestres descubiertas en el Cerro Colorado con trazos interpretados como «runas» (lengua germánica usada en Escandinavia) y figuras que representan la forma de las drakkars (embarcaciones vikingas). La piel blanca, el rostro barbado, sus ojos claros, la alta estatura y fuerte contextura física, no ocultan el aspecto caucásico de estos indígenas que utilizaban herramientas y armas de hierro, un material que supuestamente no se conocía en América antes de la llegada de los españoles.

Reserva Arqueológica Los Menhires en El Mollar, Tucumán

Finalmente, más al sur, en la localidad de Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires, monumentos megalíticos, cuevas con inscripciones pictográficas y menhires en formación lineal, circular o en cruz, dejan abiertas más dudas sobre la presencia del conocimiento mágico, hermético y metafísico celta.  Muchos de ellos parecen señalizar horquetas de un curso de agua, un camino de acceso a una cueva, una estrella, más allá que muchos piensan que se tratan de antenas que reciben y emiten energía cósmica.

Con semejante recorrido, porque no pensar entonces que los vikingos hayan podido ingresar por tierra desde la provincia de Buenos Aires o Córdoba, o desde Chile o el golfo San Julián por mar hacia la norpatagonia, donde algunos aseguran haber visto rastros pictográficos propios de su presencia en algunas estancias, hoy cerradas al público. Leyendas de tradición oral lo aseguran.

Imagen escudos vikingos artesanales

El enigma despierta interés, y en el camino de renovar los lazos con esta historia no oficializada, en San Carlos de Bariloche, hay quien produce escudos vikingos artesanales y quienes se lanzaron a conformar una comunidad odinista con el sueño de llegar a conformar una comunidad.

Sea como sea, se observa en ciernes un movimiento cultural que viene atrayendo seguidores y algunos curiosos que se acercan a escuchar el sonido de un instrumento de percusión vikingo -muy parecido al kultrun mapuche- y cantos en nórdico antiguo. En el centro cultural Filgia, por ejemplo, uno puede probar una de las bebidas alcohólicas más antiguas de la humanidad –la hidromiel- y participar de una ceremonia de invocación y fraternidad.

Fanny Boock -responsable del centro- tras haber urgado en sus propias raíces- dice haber encontrado en esto su pasión, mientras comparte con entusiasmo textos de su interesante biblioteca, donde se exponen razones posibles para pensar que la historia de América del Sur no nació con los españoles y que la influencia vikinga podría haber impactado fuertemente sobre el patrimonio cultural y racial de algunos grupos aborígenes sudamericanos. 

 

 

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